Hoy

Vive Hoy, Anuncia Hoy
Vive Hoy, Anuncia Hoy

Lucas 1, 1-4; 4, 14-21
Muchos han tratado de relatar ordenadamente los acontecimientos que se cumplieron entre nosotros, tal como nos fueron transmitidos por aquéllos que han sido desde el comienzo testigos oculares y servidores de la Palabra. Por eso, después de informarme cuidadosamente de todo desde los orígenes, yo también he decidido escribir para ti, excelentísimo Teófilo, un relato ordenado, a fin de que conozcas bien la solidez de las enseñanzas que has recibido.
Jesús volvió a Galilea con el poder del Espíritu y su fama se extendió en toda la región. Enseñaba en las sinagogas de ellos y todos lo alababan. Jesús fue a Nazaret, donde se había criado; el sábado entró como de costumbre en la sinagoga y se levantó para hacer la lectura. Le presentaron el libro del profeta Isaías y, abriéndolo, encontró el pasaje donde estaba escrito: «El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha consagrado por la unción. Él me envió a llevar la Buena Noticia a los pobres, a anunciar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, a dar la libertad a los oprimidos y proclamar un año de gracia del Señor». Jesús cerró el Libro, lo devolvió al ayudante y se sentó. Todos en la sinagoga tenían los ojos fijos en Él. Entonces comenzó a decirles: «Hoy se ha cumplido este pasaje de la Escritura que acaban de oír».

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Creo que la cita más adecuada, para acompañar el evangelio de este domingo, son unos versos del poema de Robert Herrick, «A las vírgenes, para que aprovechen el tiempo»:

Tomad las rosas mientras podáis
Veloz el tiempo vuela
la misma flor que hoy admiráis
mañana estará muerta.
 

Y para que no les suene tan extraña la cita, pueden repasar una escena de la película Dead Poets Society. También conocida como La Sociedad de los Poetas Muertos, o El Club de los Poetas Muertos, donde John Keating, el profesor de literatura, se presenta a los alumnos por primera vez y hace que uno de estos lea la primera estrofa de aquél poema. Todos sabemos que la frase que caracteriza a este film es «Carpe Diem», que es vivir el momento presente, o simplemente «aprovecha el momento». Algunos han criticado en sentido negativo esa frase, incluso la película, pero creo que es lo que tenemos que hacer: Aprovechar el momento, más aún después de leer el evangelio de este domingo.

Hoy vemos cómo Jesús se presenta en la Sinagoga y lee un pasaje del profeta Isaías, concluyendo, delante de los que lo miraban, con la siguiente afirmación: «Hoy se ha cumplido este pasaje de la Escritura que acaban de oír». No es poca cosa lo que ha dicho. Aquellos hombres, todos entendidos de la palabra de Dios, tenían delante de ellos a alguien que les decía que él había sido consagrado con la unción, y que el Espíritu del Señor estaba sobre él, y que tenía que anunciar la Buena Noticia a los pobres. Los oyentes, fácilmente, pueden haber pensado que era un engreído, pero Cristo no hacía más que decir la verdad de quién era él y qué misión tenía. Aquél era el momento del Nazareno. Podríamos decir que había llegado su turno y él lo estaba anunciando. Era el tiempo en que tenía que actuar, y lo hizo.

Nosotros, beneficiarios de aquella misión de Cristo, en primer lugar podríamos decir que estamos agradecidos, pero al mismo tiempo deberíamos preguntarnos qué peso tiene hoy para nosotros lo que nos cuenta la Palabra de Dios. ¿Para qué recordamos aquél momento en el templo, donde Jesús comienza su vida pública y predicación? ¿Sólo para saber un poco más de la historia de la salvación? A mi entender, creo que hoy tenemos delante este mensaje para decirnos que nuestro modo de vida, desde nuestro ser cristianos, es el Carpe Diem, o como dice el poema de Robert Herrick, es tiempo de tomar, de recoger las rosas hoy, no mañana.

El evangelio nos habla del hoy, del presente, de Jesús. Él reconoció que encarnaba aquello que el profeta Isaías había dicho, y aceptó su realidad. Dijo sí a su misión y voluntad del Padre. Y bien podemos afirmar que a partir de ahí, hasta su resurrección, ese fue su presente, su realidad, su hoy. En todo momento, de nuestro Salvador, siempre podemos afirmar que esa fue su vida: Ser consagrado, tener el Espíritu Santo sobre sí mismo y vivir anunciando la Buena Noticia de Dios.

En la actualidad, me parece, como hijos de Dios no podemos pretender menos. Es verdad que no vamos a salvar el mundo, ni siquiera tal vez llegar a padecer tanto como el Hijo de Dios, pero nuestra actitud tiene que intentar, al menso, parecerse a la de Cristo. Este es nuestro momento, nuestro presente, nuestra realidad, donde también tenemos que procurar ser o estar ungidos y llenos del Espíritu Santo, con la misión, también nuestra, de anunciar la Buena Nueva. Este es el Carpe Diem, el aprovechar el momento, el nuestro y el de Dios con nosotros. No podemos esperar que llegue mañana, es ahora cuando tenemos que actuar. Mañana las rosas estarán marchitas.

Y aunque parezca poco lo que podemos hacer, eso poco hay que hacerlo. Aquí me atengo a la segunda lectura de hoy, donde san Pablo le dice a los Corintios, y a nosotros, que como miembros del cuerpo de Cristo tenemos una función que cumplir, y eso no puede quedar inconcluso.

Dios es eterno presente, nuestro sí tiene que ir en consonancia. Hoy es cuando tenemos que anunciar el amor de Dios a través de nuestros actos. Atrevamonos a decir: Hoy, el Señor está sobre mí, hoy se ha cumple lo que acabamos de oír.

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