Comer, rezar, amar

Comer rezar amar

Ciclo B – Domingo XVI Tiempo Ordinario

Marcos 6, 30-34
Al regresar de su misión, los Apóstoles se reunieron con Jesús y le contaron todo lo que habían hecho y enseñado. Él les dijo: «Vengan ustedes solos a un lugar desierto, para descansar un poco». Porque era tanta la gente que iba y venía, que no tenían tiempo ni para comer. Entonces se fueron solos en la barca a un lugar desierto. Al ver los partir, muchos los reconocieron, y de todas las ciudades acudieron por tierra a aquel lugar y llegaron antes que ellos. Al desembarcar, Jesús vio una gran muchedumbre y se compadeció de ella, porque eran como ovejas sin pastor, y estuvo enseñándoles largo rato.

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“Comer, rezar, amar” es una película protagonizada por Julia Roberts. El film está basado en el libro autobiográfico de Elizabeth Gilbert. Y nos cuenta la historia de esta mujer que, tras ver que su vida es “un fracaso”, emprende un viaje para encontrar y encontrarse a sí misma. Y si bien podemos decir que a la verdadera protagonista, la autora del libro, esta experiencia de un año la llevó a un salto cualitativo en su vida, la que se queda a medio camino es la película. No es una súper producción y abarca bastantes lugares comunes en su relato, pero sí creo que refleja y deja claro lo que significó aquella aventura para Elizabeth Gilbert. Y claro que el Evangelio está lejos de hablar de un viaje por el mundo, lleno de paisajes inolvidables, pero también nos hace un llamado claro que, a mi entender, coincide con lo que vemos en la película.

Hoy los protagonistas son los apóstoles. Ellos han vuelto de la misión que les fue confiada por Jesús y lo han hecho con un éxito rotundo. Esto lo sabemos por lo que nos decía el Evangelio del domingo pasado y porque, evidentemente, la gente estaba maravillada de lo que eran capaces de hacer aquellos hombres, por eso los buscaban y seguían a todas partes.

Jesús quiere que se aparten, que busquen un lugar solitario, para descansar, para recuperarse, para meditar, por qué no. Así es que les manda retirarse del gentío, aunque no lo consiguen. Vemos entonces, en palabras de la escritura, lo que sucede: «Jesús vio una gran muchedumbre y se compadeció de ella, porque eran como ovejas sin pastor, y estuvo enseñándoles largo rato». Parece que no hubo descanso.

Sin embargo, por este relato y por lo que el mismo Jesús hace, sabemos lo importante que era para el Hijo de Dios retirarse a orar. Apartarse y quedar a solas con Dios es algo que, aun siendo quien es, no deja de hacer. Y quiere que sus apóstoles hagan lo mismo. ¿Por qué? Para que descansen, es una buena respuesta. Para que renueven sus fuerzas es otra conclusión fácil de sacar. Pero me parece que también pudo haber sido para pensar y reflexionar, acerca de lo que acababan de realizar. Para encontrar, probablemente, el verdadero sentido de toda la experiencia de llevar el Reino de Dios a todos.

La película, o el libro, “Comer, rezar, amar” nos lleva a una situación de reflexión. La protagonista decide cortar y romper con lo que hasta entonces era su vida, para poder encontrarse a sí misma, porque tenía la certeza interior de saber que lo que hacía no era lo que quería para su vida. Y para ello supera el miedo a dejar “lo conocido” y se lanza. Y este punto de autorreflexión me parece que tiene mucho que ver con lo que Jesús le pide a sus apóstoles. Porque aquellos hombres necesitaban volverse a encontrar consigo mismos, y Cristo eso lo sabía, y para eso tenían que dejar lo que estaban haciendo.

Todo el triunfo de la evangelización, el éxito (la gente los buscaba y los seguía) podía haberlos llevado a ponerse en el centro de la escena y eso no lo quería Jesús. Era necesario, como para aquella mujer, romper con lo que estaban haciendo, en este caso no por una insatisfacción, sino para no quedarse con algo que no convenía: La vanagloria y el narcisismo. Y para salvar esta situación, es necesario que ellos se detengan, se aparten y reflexionen. Para poder saber cuál es su lugar y a qué están llamados.

Y esto mismo también nos vale para nosotros. Primero porque estamos llamados a anunciar el Reino de Dios, igual que los apóstoles, y segundo porque en todo siempre será necesario saber quiénes somos y a qué estamos llamados, para no confundirnos y al final terminar predicándonos a nosotros mismos. O por el contrario, terminar predicando lo que no es de Dios. Así que es necesario que paremos, que nos apartemos, que busquemos la calma y que descubramos el verdadero sentido de nuestras vidas de hijos de Dios.

E incluso esto de tomar distancia y reflexionar, también nos puede valer para ver qué estamos haciendo de nuestra vida. Adónde estamos yendo a qué o a quién estamos entregando lo que somos. Adónde vamos con todo el ajetreo diario y si de verdad estamos gastando nuestros años en algo que merece la pena, que trasciende y que no es caduco.

Este retirarse es algo que no podemos dejar de hacer si de verdad queremos saber quiénes somos y al mismo tiempo encontrar a Dios y así poder lograr una auténtica paz interior, la cual todos deseamos.

Curiosamente, la experiencia de aquella mujer comienza cuando ella, entre lágrimas, se arrodilla a solas y vuelve a rezar a Dios después de mucho tiempo .

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