Espejos Navideños

Nacimiento de Jesús

Ciclo C – 25 de diciembre

Juan 1, 1-18
Al principio existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios. Al principio estaba junto a Dios. Todas las cosas fueron hechas por medio de la Palabra y sin ella no se hizo nada de todo lo que existe. En ella estaba la vida,y la vida era la luz de los hombres. La luz brilla en las tinieblas,y las tinieblas no la percibieron. Apareció un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan. Vino como testigo,para dar testimonio de la luz,para que todos creyeran por medio de él. Él no era la luz,sino el testigo de la luz. La Palabra era la luz verdadera que, al venir a este mundo, ilumina a todo hombre. Ella estaba en el mundo, y el mundo fue hecho por medio de ella, y el mundo no la conoció. Vino a los suyos, y los suyos no la recibieron. Pero a todos los que la recibieron, a los que creen en su Nombre, les dio el poder de llegar a ser hijos de Dios. Ellos no nacieron de la sangre, ni por obra de la carne, ni de la voluntad del hombre, sino que fueron engendrados por Dios. Y la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros. Y nosotros hemos visto su gloria,la gloria que recibe del Padre como Hijo único, lleno de gracia y de verdad.
Juan da testimonio de Él, al declarar: «Éste es Aquél del que yo dije: El que viene después de mí me ha precedido,porque existía antes que yo». De su plenitud, todos nosotros hemos participado y hemos recibido gracia sobre gracia: porque la Ley fue dada por medio de Moisés, pero la gracia y la verdad nos han llegado por Jesucristo. Nadie ha visto jamás a Dios; el que lo ha revelado es el Dios Hijo único, que está en el seno del Padre.
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En su primera imagen, publicada en 1863 en la revista «Harper’s», de Nueva York, Santa Claus era un gnomo gordito entrando en una chimenea.

Nació de la mano del dibujante Thomas Nast, vagamente inspirado en las leyendas de san Nicolás.

En la Navidad de 1930, Santa Claus fue contratado por la Coca-Cola. Hasta entonces, no usaba uniforme, y por lo general prefería ropas azules o verdes. El dibujante Habdon Sundblom lo vistió con los colores de la empresa, rojo vivo con ribetes blancos, y le dio los rasgos que todos conocemos. El amigo de los niños lleva barba blanca, ríe sin parar, viaja en trineo y es tan rechoncho que no se sabe cómo se las arregla para entrar por las chimeneas del mundo, cargado de regalos y con una Coca-Cola en cada mano.

Tampoco se sabe qué tiene que ver con Jesús.

Esta es una historia de Eduardo Galeano, titulada “Fundación de Santa Claus”, de su libro “Espejos. Una historia casi universal”. Este autor uruguayo, fallecido en este año 2015, nos trae casi una crónica de cómo aparece Papá Noel, aunque también pone un contrapunto con la razón de ser de cada 25 de diciembre. Y el Evangelio, en el inicio de lo que escribe Juan, también trae su crónica, en este caso nos habla de la Palabra. Los textos, para nada escritos en relación, tal vez nos ayuden a mirar hacia dentro de nosotros en una sola dirección.

Sin ir muy lejos, lo que nos cuenta al Palabra de Dios, sin ánimos de generalizar, nos pasa anualmente. De una u otra forma estamos pendientes de las fiestas de fin de año, Navidad incluida, pero tengo la impresión que, un poco más un poco menos, la Palabra, el Verbo, la Luz, viene al mundo y no la conocemos, como dice Juan en el evangelio. Por supuesto que sabemos que nace el Hijo de Dios, pero hay tantas cosas en medio que se diluye lo más importante.

Si miramos cómo va el mundo, es parte de una cultura universal el que en Navidad aparezca Santa Claus, o Papá Noel. Y se habla de él todo el tiempo. Incluso se esperan los regalos que nos puede traer si hemos sido buenos durante el año, pero poco se dice del Niño Dios. Es por eso que traigo a Eduardo Galeano, especialmente porque él concluye diciendo, después de hablarnos del señor gordo de rojo: «Tampoco se sabe qué tiene que ver con Jesús». Y es que hemos pactado y Navidad parece que tiene que ver con todo, menos con el Hijo de Dios, cuando él es la única razón de esta fiesta.

Aún así creo que, haciendo eco a las palabras del evangelista, tenemos una misión, un cometido, un propósito: Ser testigos de la Luz, y por lo tanto dar testimonio de ella, es decir de Dios, si es que hemos sido capaces de reconocer al Verbo, a la Palabra, que viene hacia nosotros en este nacimiento. Y por lo tanto intentar que los demás también conozcan que Jesús es nuestra salvación y nuestra luz. Que él ha venido a traernos la Paz y el Amor de Dios, y que esto no puede quedar en un simple recuerdo, sino que tiene que actualizarse en cada instante y en cada rincón de este mundo.

Es Jesús quien importa y a él tenemos que hacerle espacio en-y-entre nosotros. Que no se nos pase por alto, que no se nos escape lo fundamental de este 25 de diciembre.

“Miles de veces en la historia un niño se volvió Rey, pero sólo una vez en la historia un Rey se volvió Niño”.

¡Feliz Navidad!

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